lunes, 4 de enero de 2010

La noche llegó tarde


La tarde perfilaba sus ojos sedientos preparándose ya para invitar a la noche a pasar. Puntual, como siempre, se acercó a la ventana a darle la bienvenida. Sabía que nunca faltaría, esperaría un minuto, tal vez dos, pero llegaría. Se fundirían como cualquier material en profunda abrasión. Lo habían hecho así siempre y no sabían desarrollarlo de otra manera. En su incesante paseo por ese mundo no debían detenerse. Uno viajaba al este y el otro al oeste como atraídos por polos opuestos en direcciones diferentes. Un día la noche no apareció y la tarde decidió cerrar sus ojos ya calcados en su expresión. No la esperaría más, no lo sabía, lo intuyó con dolor. La noche decidió fiarse de la mañana, solamente porque siempre brillaba el Sol.

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